
Ahí donde la veis, esta molécula es un neurotransmisor que modula, entre otras cosas, nuestro estado anímico. Cuando está en niveles bajos dormimos mal, nos encontramos cansados y de mal humor.
Con nuestras mascotas el mecanismo es el mismo. Se puede influir en la cantidad de serotonina que fabrica el cuerpo a través de una dieta rica en proteínas de alta calidad, de aves, como el pavo, o de pescados azules. También, tomando el sol o haciendo ejercicio.
En estados carenciales se puede administrar triptòfano, que es un aminoácido fundamental para su síntesis.
Y en casos más graves utilizamos inhibidores selectivos de su recaptación, fundamentalmente fluoxetina.
¡¡¡Cómo una cosa tan simple y pequeña puede ser tan importante!!!
Os deseo un domingo lleno de serotonina.